Vacaciones en Galicia

Hace escasamente un mes, David y yo, nos hemos ido de vacaciones algo más de una semana a La Coruña. Allí, pudimos ver las extensas playas ...

Hace escasamente un mes, David y yo, nos hemos ido de vacaciones algo más de una semana a La Coruña.
Allí, pudimos ver las extensas playas como la del Riazor , la torre de Hércules, el Domus, visitar el casco viejo, sus tiendas, sus restaurantes...
No fuimos de hotel, preferimos irnos a un camping en Oleiros, enfrente de la playa de Bastiagueiros, donde podíamos bajar a cualquier hora andando y disfrutar del magnifico tiempo que hemos tenido, todos los días que hemos estado, con un calor abrumador y sin una sola nube en el cielo.

Visitando su casco antiguo, me encanto poder conocer a gente de tiendas y negocios, los que rápidamente hablaban con nosotros, interesándose de donde eramos y como lo estábamos pasando, lo que me hacia aun más fácil, poder conseguir lo que iba buscando: Un bolso de rosas para el estilo Lolita, unos zapatos, pequeños platitos de cerámica para mis creaciones, chaquetas, calzado, camisetas...

Me sorprendió, ver que allí, no existen casi las pulperías, más bien se llaman, marisquerías, las que preparan todos los platos típicos gallegos y cocinando el pulpo delante de las mesas.
Sus estrechas calles, se llenaban a cada día de miles de personas, en todos y cada uno de los restaurantes que te encontrabas caminando
Era un placer poder percibir todos los olores de cada restaurante, viendo incluso, un domingo por la mañana, una mujer en una barra exterior de un restaurante, regalar ostras recién recogidas, cuales las llevaba en una bandeja con hielo picado y limón y las abría delante de ti, para comerlas en todo su potencial.
Indiscutiblemente, Galicia es una tierra de mar y eso se deja notar en los precios, jamas, he visto una parrillada de mariscos para dos personas a 17 euros, con centollo y pulpo incluido.

Puede que suene a típico; pero encontrarme productos o comidas que aquí no cabe la posibilidad de encontrar, es lo que más me gusta.
Y puede que sea una tontería; pero fui tremendamente feliz, cuando paseaba de el brazo de mi pareja por el paseo marítimo, comiéndonos un helado de mojito, ferrero rocher y pistacho.

Curiosidades he visto tantas como colores, el agua de la playa del Riazor, es imposible de pisar en pleno Julio, esta como un cubito y puedo decir ahora que lo se, que hasta duelen las venas.
Existen los centros comerciales sin supermercado.
Hay infinidad de tiendas handmade y tiendas de moda propia.
Es más grande de lo que recordaba, me fue imposible recorrerme algo más que no fuera a Coruña centro y Bastiagueiros.
Se te pega el acento enseguida, aparte de venir muy morenos, venimos con el “deje” que tienen los gallegos al hablar.
Indiscutiblemente, eramos Asturianos, de eso no tenia duda nadie, por que siempre era lo primero que nos decían todos, parece ser que hablamos “más rudos y serios” a la hora de hablar.
Existen cadenas de restaurantes de comida asequible y casera, sin dejar de ser comida de batallón, como el Gasthof, riquísimo todo.

También hemos aprovechado el tiempo en ir de comprar a los principales centros comerciales de la ciudad, dejándome totalmente impresionada el Marineda City, sumamente grande, con hotel, mini campo de golf, un almacén del bricolaje, un ikea y más de 150 tiendas y restaurantes.

Aquí pude probar varios de sus restaurantes, primeramente el Brasa y Leña, un bufet libre de carnes brasileñas a la espada, con un sin fin de sabores, texturas y acompañamientos.
Aquí, tomamos los mejores caipiriñas que hemos tenido oportunidad de probar en muchos años y ya recién sentados en la mesa, nos deleitaban preparándolos delante de nosotros.
Un bol de ensalada con tomate aliñada a la dulce mostaza, un bol de arroz blanco cocido, un bol de judías pintas cocidas y un plato de patatas fritas con plátano frito, hacían de acompañamientos tantas veces como se quisiera y a raíz de eso, espadas... espadas transportadas en mano, de manera educada y recta, donde se servían y enseñaban lo que cada una de ellas llevaba, explicándote el camarero, de que tipo de carne se trataba y que aliño u adobo llevaba.
Y ya llenos, aun pedimos postre, después de preguntar que tenían y que nos recomendaban, pedimos para compartir, una deliciosa mouse de lima con sirope de menta, que rápidamente refresco nuestra boca.
Todo es poco para decir lo sumamente a gusto que he estado en este restaurante de más de 17 carnes distintas, todas ellas, a cada cual, más rica y jugosa, acompañado de un trato fabuloso.


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