Una batalla de Inmunodeficiencia Felina.

Hace poco más de un mes que hemos perdido a uno de nuestros gatos,   más concretamente a Tiguer. No he podido, más bien no he teni...




Hace poco más de un mes que hemos perdido a uno de nuestros gatos,  más concretamente a Tiguer.
No he podido, más bien no he tenido el valor de escribir todo lo sucedido hasta ahora y aun así…. Volver a recordarlo es duro, tan duro como aún cada día que pasa; pues no hay noche, mañana o día que no lo recuerde.
A Tiguer le diagnosticaron el invierno pasado después de empezar a vomitar a cada noche por un periodo de tiempo, un cuadro triple de pancreatitis y tras esto, al mes o dos meses al repetir la analítica, se le diagnosticó inmunodeficiencia felina, lo que viene a ser el sida gatuno, además de una grave  y severa anemia regenerativa. Aquí comenzó toda una batalla primeramente personal y mental que nos llevó a decidir que debíamos hacer, si luchar, si tirar la toalla; pues en estos casos, todo te viene a la mente por malo que sea.
Tras dos días de reuniones familiares, de hablar los pros y los contras, de pensar, pensar y volver a pensar, se decidió darle lo mejor de nosotros, decidimos luchar hasta que él lo decidiera, una vida diaria de cuidados máximos, de pruebas, de medicación, nos cambió a todos nuestra manera de vivir, nos acondicionó a cambiar nuestras costumbres, adaptarlas a él, a su tiempo y sus cuidados.
Tras hacerle las pruebas a los otros dos gatitos: Mirmo y Xena, estos dieron negativo, con lo que nos comentaron que seguramente Tiguer ya viniera con ello desde pequeño o incluso desde la madre, ya que mi hermana lo trajo para casa de la calle con solo unos meses de vida, hace 11 años.
Este comienzo fue muy duro, empezar con un tratamiento sumamente caro de interferón, que le hacía pincharse tres veces cada semana y bioactivador diario por boca, mientras no lo pensemos dos veces y fuimos a pedir segundas…terceras…incluso cuartas opiniones de otros centros, hospitales… coincidiendo todas en lo mismo todos los profesionales, mismas pruebas, mismos resultados….
A la semana recién empezado el tratamiento Tiguer tuvo su primera recaída, dejó de comer, empezaba a vomitar, empezaba primero sin poder hacer de cuerpo en el cajetín a hacer cuatro gotas de heces completamente líquidas en las esquinas de la casa, tras nueva revisión y un acompañamiento de antiinflamatorios, que no ayudaron a que el Tiguer mejorara tras tres días, tres días que decidimos darle de comer cada dos horas a jeringuilla por la boca con una lata especial vitaminada de Hills, hacer guardias de 24 horas a turnos para que cada vez que se levantaba de dormir a cada cuarto de hora, levantarnos nosotros para vigilar a que zona de la casa iba a hacer sus necesidades, limpiarlas y vigilar que no vomitara, cuando mi madre se levantaba a las ocho de la mañana, me acostaba yo y a la noche ella, así sucesivamente hasta que Tiguer mejorara, la primera vez que tuvo la recaída, le duro casi una semana y solamente dejó de vomitar y le entró el apetito cuando se le pinchó finalmente un anti vómito.
En este mismo punto, Tiguer perdió la voz por completo, no se salía un hilo de voz, de sonido, que tardó en recuperar casi el mes.
Tras una mejoría notable volvió a comer solo, curiosamente con más ansias y hambre de lo habitual, todos estos cambios, fueron comentados con el veterinario, pues necesitábamos saber en qué consistían, si era normal etc….
Se decidió mediante el profesional, darle de comer en pequeñas cantidades, aunque fueran muchas más veces, ya que de la anemia severa que tenía, a cuando se ponía malo, bajaba alrededor de hasta el kilo o dos kilos y lo importante es que cogiera algo de peso y mejorara la anemia.
Lo bueno duró poco, a la semana volvió a recaer, esta vez el bajón le duró tres días, que adaptemos misma forma de cuidados y vigilancia. Decaía y mejoraba a unos pasos alarmantes, aun así no quisimos perder la esperanza, aunque ya mermaba, yo hablaba en el Facebook, mucha gente, incluso personas que eran o estudiaban veterinaria, me escribieron, dándome ánimos, consejos y sobre todo paciencia, pues todos coincidían en que era muy duro.
Posteriormente, Tiguer empezó a tener las recaídas más espaciadas, cada tres semanas, un mes… cada vez le duraban menos, dado que nada más que lo veíamos recaer y vomitar, ya le pinchábamos en casa; para no hacerle pasar por la veterinaria, ya que esta nos enseñó cómo hacerlo para que fuera menos estresante, entre todo este camino, seguimos volviendo a el resto de clínicas a comentar las novedades, ya que los síntomas de los vómitos y diarreas no era por la inmunodeficiencia; pero recibimos la peor de las noticias de todos ellos nuevamente “Ahora mismo es como una persona que tiene esta enfermedad, todo le puede afectar, de todo o de nada puede coger una inflamación, de todas las pruebas que se le han hecho solo se puede abrir y hacer una biopsia; para descartar un tumor, ya que son predispuestos a ello con esta enfermedad; pero con el estado que tiene, no es aconsejable y te arriesgas a perderlo en quirófano”  un jarró de agua fría que nos puso nuevamente los pies en la tierra, ya que las esperanzas de su mejoría, era cuestión de tiempo….

Así llevamos meses, 9-10 meses para ser más concretos, que siempre fuimos capaces de abrazarlo para tranquilizarlo cuando tenía convulsiones de vomitar y tras abrazarle era capaz de dormirse sin llegar a ello, de verlo tambalearse de lado a lado cuando recaía, de ver como avisaba con bufidos a sus dos compañeros de casa; para que no se acercarán a él, cuando fue un gato siempre muy dependiente de ellos; pero eso no hacía que ellos se separaran, se acercaban a el cuándo estaba dormido y le lamian la cabeza, se quedaban con él las pocas veces que dormía en el sofá, a su lado, pegados los tres, fueron meses  de darle de comer pollo cocido, jamón de york, latas, pescaditos en omega 3, malta vitamínica, bioactivador, cápsulas de aceite omega3, más todos sus tratamientos diarios que no eran pocos, todo especial para él, pedía de comer, te mordía sin miedo los dedos cuando le dabas salmón natural cocido, todos los caprichos eran para él, mis piernas eran suyas también ya que desde que yo me levantaba, hasta que me acostaba, el, tenía que estar durmiendo encima de ellas, cada día, día tras día.

(Seguiré con el resto del escrito)

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1 comentarios

  1. Muchas gracias por compartir tu experiencia- tenemos un gatito de 8 meses que ha dado positivo a leucemia hace una semana, leer tu experiencia ayuda gracias

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